Baccano! 1711 – Whitesmile
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1711: Confesiones de un adicto a las sonrisas.
«Me encantan las sonrisas de los bebés.
Los niños y los adultos no recuerdan lo que se siente ser un recién nacido ni las razones por las que lloraban o reían cuando aún eran bebés.
Yo tampoco me acuerdo. No tengo memorias de mis risas ni de mis llantos.
Pero a veces me pregunto si tal vez las risas de los bebés, casi completamente ajenas al mundo, nacen de algún tipo de instinto natural. Sin gestos falsos ni risas forzadas. Simplemente sonrisas puras.
Es por eso que me da curiosidad saber cómo se siente un bebé cuando deja de llorar por primera vez y empieza a sonreír.
Digo esto porque creo que tal vez saberlo podría ayudarme a hacer sonreír a muchas personas más. ¿Podrías decírmelo algún día?
Trata de no olvidar cómo te estás sintiendo en este momento».
El joven se dirigía a un bebé que probablemente no tenía más de un año. Naturalmente, no recibió ninguna respuesta. El bebé, al ver repentinamente el rostro sonriente del extraño, empezó a llorar.
«¡Oh! ¡Lo siento, lo siento! No estoy seguro de lo que acaba de suceder aquí, pero debió haber sido mi culpa. Así que sonríe, vamos. ¡Sonríe!».
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2002: En una cafetería en las instalaciones del FBI.
Víctor: La comida aquí es muy buena, ¿eh?
Nile: Digo esto: exijo licor.
Víctor: ¿Qué tan estúpido crees que tendría que ser para emborrachar a alguien antes de interrogarlo?
Nile: ¿Qué hay de la posibilidad de que la embriaguez nos haga aflojar la lengua?
Víctor: Creo que lo único que conseguiría sería tener que escucharte insultándome.
Nile: Digo esto: tienes absolutamente toda la razón.
Víctor: Oh… Debería terminar ese enfrentamiento de hace 291 años aquí y ahora.
Denkuro: Tendría que pedirle que se contenga, maestre Víctor, por respeto a nuestro entorno.
Víctor: ¡Ejem! De todos modos, ha pasado una jodida eternidad desde la última vez que me senté con ustedes a disfrutar de una comida. Qué mal que Zank ya no esté aquí.
Denkuro: Me gustaría señalar que solamente se nos ha unido a comer en un par de ocasiones, maestre Víctor, excluyendo las comidas a bordo del barco.
Víctor: No puedes ponerle números a cosas como ésas. Piénsalo. Han pasado casi trescientos malditos años. ¿No es maravilloso poder comer juntos como antes? Aunque es bastante triste que ninguno de los que estamos aquí haya tenido suerte con las mujeres. Y que Sylvie solo esté conversando con mi subordinado en algún otro sitio.
Nile: Veo que no has cambiado en lo más mínimo, Víctor. De lo único que hablabas siempre era de mujeres, incluso cuando salíamos juntos a beber en el pasado.
Víctor: Bueno, discúlpame por nunca no ser popular con las señoritas. Es imposible no hablar de ellas cuando estás rodeado por mujeres todo el tiempo.
Denkuro: Según tenía entendido, maestre Víctor… ¿no estaba usted alegremente rendido a los pies de una señorita particularmente desinhibida?
Víctor: ¡Cállate! Me tenía a sus pies porque yo quería, ¿entiendes? Puede que pienses que ella estaba jugando conmigo, ¡pero era yo el que estaba jugando con ella!
Nile: Digo esto… Tienes mis condolencias.
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2002: Reminiscencias de Sylvie.
Aún sueño con eso a veces.
Con todas las cosas que ocurrieron en Lotto Valentino.
Ya han pasado trescientos años, pero todo aún sigue estando fresco en mi memoria. Siento que después de tanto tiempo ya debería haber creado suficientes recuerdos para recargar mi cerebro, pero tal vez mi mente también se ha vuelto inhumana.
Tal vez sea por eso que mis últimos días como «ser humano» estén grabados tan profundamente dentro de mi corazón.
Ahora que miro las cosas en retrospectiva, Gretto nunca fue excepcionalmente asombroso, confiable o amable, ni tenía nada que lo hiciera sobresaliente como persona.
Nada de esto se me llegó a ocurrir cuando aún trabajaba de sirvienta, e incluso si así hubiera sido, nunca habría sido capaz de decirlo en voz alta.
Pero supongo que debería decir que, más que ser alguien confiable, Gretto era alguien a quien yo quería proteger. Esto puede sonar arrogante de mi parte, pero él era el tipo de persona que me hacía querer estar a su lado.
Supongo que lo que estoy tratando de decir es que él era como un niño, en cierto sentido. Tanto en lo aspectos positivos como en los aspectos negativos.
Es por eso que quería recompensarlo por todo.
Ya no sé si el ave enjaulada era Gretto o era yo, pero al final… Después de ese incidente, la jaula se quemó y desapareció. Incluso la ciudad entera se prendió en llamas. ¿Cómo podría saber ahora quién era el que estaba dentro de la jaula?
Los recuerdos de huir de Lotto Valentino son algunos de los últimos que compartí con Gretto. Es por eso que tengo sentimientos encontrados cuando sueño con esos días.
Ya han pasado trescientos años, pero aún no sé… si debería reír o llorar.
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Baccano! 1711 – Whitesmile
Y así, salieron en busca del mar, hacia el Nuevo Mundo que solo habían visto en las historias.
Con la alquimia como su vela, impulsados por los vientos que les daban dirección a sus corazones.
Maiza Avaro, guiado por los vientos de la curiosidad.
Szilard Quates, incentivado por los vientos de la ambición.
Víctor Talbot, dirigido por los vientos de la obligación.
Begg Garott, atraído por los vientos de la investigación.
Togo Denkuro y Zank Rowan, llamados por los vientos de la valentía.
Gretto Avaro y Sylvie Lumière, perseguidos por los vientos de la fuga.
Nile, impulsado por los vientos de la gratitud.
Czeslaw Meyer, empujado por los vientos de los demás.
Y muchos más alquimistas se lanzaron al mar, cada uno con sus propios vientos ejerciendo presión detrás de ellos.
Junto con dos hombres que nunca permitirían que sus vientos fueran vistos:
Lebreau Fermet Viralesque, seducido por un viento infinitamente cristalino e invisible; un viento tan claro y malicioso que nadie podría verlo jamás.
Y en cuanto a Huey Laforet…
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de la risa de un sueño