Horror
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Halloween.
Noche de brujas, de muertos, de fantasmas, de demonios, de monstruos… de mí.
¿Te has preguntado alguna vez si realmente existen los monstruos? Quizás pienses que tales criaturas son exclusivas de los cuentos de hadas y que el terror y la repugnancia que éstas provocan son privilegios únicos de la fantasía; pero mantener una noción tan afortunada solo es posible gracias a la ignorancia, y si has llegado hasta este punto, es necesario que sepas que tanto tu inconsciencia como tu suerte están por terminar.
Así es, los monstruos existen. Son los seres más tristes que habitan en este mundo ya que cargan consigo los lamentos de cada vida que han arrastrado al infortunio. Y aunque deambulan constantemente entre las personas normales, pocas son las ocasiones en las que su existencia es reconocida. Algunos dirían que el hecho de pasar desapercibidos es una habilidad intrínseca de la especie, pero… tener una habilidad implicaría tanto la capacidad como la disposición para realizarla, y sin embargo, para un ser como yo, el existir inadvertido entre las sombras no es deseo ni voluntad; es una fatalidad que casi nunca es posible superar.
No obstante, llegado el momento en el que la existencia de un monstruo se reconoce como tal, te das cuenta de que el horror y la desesperación no son solo la creación artística que te han enseñado en los cuentos, sino que se trata de sentimientos reales, abrumadores y sofocantes, que en tu vida jamás buscarías como entretenimiento.
No digo que los monstruos merezcan una oportunidad de ser comprendidos o aceptados. Si tú, que curiosamente has seguido mis palabras hasta aquí, consideras que lo mejor es seguir por la línea habitual de la indiferencia y decides abandonar esta lectura, no voy a juzgarte. No me atreveré a escribir imprecaciones culposas si ese es el caso, sino que aceptaré sin resistencia los inevitables designios a los que, tanto monstruos como humanos, somos sometidos por los caprichos incuestionables del universo.
Sin embargo, si alguno aún está dispuesto a seguir este relato hasta el final, que Dios bendiga su alma y se apiade de ella, y que impida que, después de conocer los horrores de esta historia, se convierta en uno más de nosotros: un horrible monstruo sin corazón y sin esperanzas.
Déjame contarte la triste historia de la noche en que este monstruo destruyó por completo las vidas de todas las personas que amaba…
* * *
—Muy bien —dijo Fred, su pálido rostro cubierto en una fría capa de sudor—. Veamos quién se oculta tras la máscara.
Se acercó con cuidado hacia el monstruo que tenía atado frente a él y puso su mano temblorosa sobre aquel falso rostro, aquella falsa expresión de valor y seguridad, y bajo esa máscara descubrió una espantosa realidad; la verdad que durante años se había negado a creer ya no le era posible ocultarla más: la verdadera identidad del monstruo que se escondía bajo una sonriente máscara de humanidad… era Fred… y Fred era yo.
Era la tercera que vez que tenía el mismo sueño y siempre despertaba llorando. Si solo hubiera entendido antes lo que ese sueño quería decir, tal vez las cosas habrían terminado de una manera diferente.
* * *
Todo el mundo es susceptible de convertirse en un monstruo como yo. Todo el mundo puede llegar a ser temido y despreciado igual que yo. Cada ser humano, desde su nacimiento, llega a este mundo con una pequeña porción de oscuridad en su corazón, esto es, el huevo de un demonio. Sin embargo, sólo algunos de esos huevos alcanzan la madurez necesaria para eclosionar y contaminar del todo al ser humano en el que se desarrollan.
En otras palabras, podrías decir que los seres humanos son como esas cajitas de sorpresas que compran los niños esperando que las probabilidades de encontrar el premio deseado estén a su favor. Por supuesto, los monstruos somos el premio escondido, la sorpresa que solo algunos desafortunados se llevan. Y aunque en este caso la sorpresa no es algo que cualquiera quisiera llevarse, la mayoría de las personas juegan inconscientes de estas probabilidades.
Ya que personalmente he sido uno de los elegidos para vivir con este inmerecido castigo, hay una cosa que puedo asegurarte: Ser un monstruo como yo es algo que nadie desearía jamás en su vida.
¿Por qué solo los corazones de algunos se llenan completamente de oscuridad? Esto es porque sólo mediante las diferentes experiencias vividas por cada individuo se resuelve finalmente si el demonio dentro de cada uno llegará a desarrollarse o extinguirse a través de cada suspiro.
Si al final de esta historia aún sigues sin entender las razones que llenaron mi alma y corazón de oscuridad, y las circunstancias que me convirtieron en el monstruo que soy ahora, permíteme decirte una cosa más:
Las personas como tú terminaron de convertirme en lo que soy…
[¿Continuará…?]
* * *