La mansión Boroñal, Lotto Valentino.
La elevación de Lotto Valentino aumentaba drásticamente cuanto más se alejaba de la costa. El barrio aristocrático de la ciudad estaba situado en una de estas elevadas ubicaciones.
Allí, la élite presumía de sus riquezas sobre la ciudad, contemplando la tierra desde sus grandes haciendas.
Por supuesto, las cosas habían cambiado en el último año.
Especialmente durante los últimos días, parecía cada vez más que la ciudad entera estuviera temblando de miedo al ver el poder de la Casa Dormentaire sumergiéndose rápidamente en cada rincón.
Sin embargo, había una mansión en particular que parecía reacia a inclinarse ante tal muestra de poder. Era la casa del gobernador Esperanza Boroñal.
La mansión era principalmente de color blanco y estaba rodeada por un jardín que se mezclaba armoniosamente con los paisajes de la ciudad. Dentro de ella, se desplegaba un espacio que parecía que podría ser habitado por criaturas místicas.
Pero trabajando como hormigas en el interior de la mansión no había hadas ni elfos, sino empleados que habían sido contratados para cuidar del edificio.
A pesar de la expresión, la mayoría de estos empleados eran mujeres. La visión de su trabajo funcionaba también como una atractiva contribución que se volvía parte de la hermosa atmósfera de la mansión.
En un marcado contraste con la imagen interna de la mansión, afuera de ella se encontraba una chica con una expresión tan sombría como la muerte.
Por su forma de vestir, era claro que no pertenecía al barrio aristocrático, a pesar de que llevaba puestos un par de anteojos bastante caros.
El nombre de la chica era Sylvie Lumière.
Hasta ayer había sido una sirvienta que trabajaba en la lejana mansión Avaro.
A partir de hoy, empezaría a trabajar aquí como una empleada doméstica.
Normalmente, una persona estaría feliz de encontrarse trabajando para un hombre más eminente. Pero revolviéndose en el corazón de Sylvie había un remolino de inquietud y terror:
Por una parte, el miedo que tenía de encontrar al dueño de esta propiedad, conocido por todos como un mujeriego sin remedio.
Por otra parte, la intranquilidad que sentía por la posición en la que había dejado a Gretto Avaro.
Sylvie y Gretto no eran un simple amo y su criada. Ambos estaban unidos indisolublemente por un gran afecto. Para ser más precisos, estaban enamorados.
Era un amor mucho más grande de lo que su posición le merecía.
Tal vez la culpa por trascender los límites de las clases había producido entre los dos una sensación de inquietud. Aun así, sus vínculos se habían hecho tan profundos que ahora prácticamente dependían uno del otro.
Pero el padre de Gretto había roto esa conexión muy fácilmente.
Una vez que descubrió su relación, el jefe de la familia Avaro le echó toda la culpa a Sylvie y utilizó sus contactos para venderla a la mansión Boroñal.
En esencia, era un acto de trata de personas, pero no era algo que fuera a provocar un escándalo. No era cuestión de la época, sino de la ubicación. Hasta hace unos pocos años en Lotto Valentino, el comercio de esclavos era un hecho incluso entre los plebeyos. Nadie se indignaría por el hecho de que una criada fuera vendida de un aristócrata a otro.
Siendo una sirvienta, ella no pudo discutir con su amo. Y cuando él gritó: «¡¿Qué crees que puedes hacer por Gretto?! ¡Solo servirás para dañarle la mente y estorbarle!», ella ni siquiera pudo responder.
Incluso se preguntaba algunas veces si tal vez solo estaría entrometiéndose en el camino de Gretto.
Él siempre le había dicho: «Solo tenemos que seguir esperando y encontraremos la manera». Pero Sylvie no era una persona tan optimista ni era del tipo de persona que se entregaría al momento sabiendo que nunca podrían estar juntos.
Esta era una oportunidad para ella, se decía a sí misma.
Gretto la había tratado con cariño a pesar de su baja posición. A partir de ese momento, la vida había sido como un sueño maravilloso pero insoportable.
Sylvie estaba aterrorizada de que Gretto fuera a ser castigado por su padre. Ese miedo aún permanecía dentro de ella como fragmentos de sus sueños, pero ya no habría manera de saberlo con seguridad. E incluso si hubiera manera de saberlo, ella no podría hacer nada para ayudarlo.
Una vez más, Sylvie miró con nervios la mansión.
Detrás de ella había un carruaje arrastrado por caballos de la mansión Avaro y varios criados fornidos. Estaban aquí para asegurarse de que ella no escapara.
Aunque Sylvie no estaba siendo restringida físicamente, uno de los sirvientes había dicho con una inquietante sonrisa: «Aparentemente, podemos hacer lo que queramos con ella si trata de escapar. Esperemos que esté de ánimo para una pequeña persecución».
Sylvie, siempre temerosa y tímida, se encontraba restringida por su propia mente.
La mansión Boroñal. Se decía que en ella el gobernador albergaba a innumerables amantes.
Sus altos muros y su pesada puerta, aunque estaban destinados a mantener a los extraños afuera, le parecieron a Sylvie como el exterior de una prisión.
Pronto, alguien saldría y abriría la puerta. Y una vez que ella entrara por esa puerta, ya no podría marcharse cuando quisiera.
«Incluso si pudiera irme, yo… ya no podría volver a encontrarme con Gretto».
Tal vez volver a ver a Gretto solo complicaría su situación aun más. ¿Un reencuentro tan imprudente no solo empeoraría su posición?
Todo tipo de pensamientos pasaban por su cabeza y se desvanecían.
«Todo era un sueño. Fingiré que solamente estaba teniendo un maravilloso sueño», trató de decirse Sylvie, congelada frente a las puertas.
Ahora que lo pensaba, el hecho de que alguien como Gretto la hubiera tratado como un igual era algo absurdo.
Se olvidaría de todo. Empezaría una nueva vida. Nunca había tenido ninguna esperanza para su relación, en primer lugar.
Pero cosas como esas eran más fácil decirlas que hacerlas.
En el momento en que Sylvie trataba de convertir en hechos su determinación, o cuando trataba de creer en las cosas que se decía a sí misma, los recuerdos de Gretto la detenían.
Justo cuando trataba de vaciar su corazón, una nueva ola de arrepentimientos la inundaba.
«Yo… todavía no… Ni siquiera me he despedido de Gretto aún…».
Si ella volviera a verlo, su dolor probablemente solo sería más grande. Aunque su mente entendía este hecho, su cuerpo no dejaba de temblar.
Mientras seguía temblando con su cabeza agachada, los criados le hablaron.
—Esto ya lo sabes, pero ni siquiera se te ocurra tratar de escapar, ¿me oyes?
—Tú no eres la única que será castigada. Quién sabe lo que el amo podría hacer con el joven maestro Gretto.
—Yo… lo sé…
Incluso la voz le temblaba. No podía pronunciar nada con claridad.
Intentó forzar una sonrisa sobre su rostro para que nadie la viera como una extraña, pero sintió que se le hacía un nudo en la garganta. El leve dolor le impidió hacer cualquier otra cara.
«Gretto…».
Olvídate de él.
«Lo siento mucho. Yo… yo…».
Olvídalo.
«No puedo hacer nada por ti…».
Olvida.
«No».
Olvídalo todo.
«No. Jamás podría».
Olvidarse de todo también será lo mejor para Gretto.
«…»
Debía olvidarlo. Se dijo a sí misma incontables veces que debía olvidarlo. Pero el impulso de la negación la presionaba en cada ocasión, dejándola clavada en su lugar como si hubiera sido encadenada.
La fricción entre estos dos sentimientos conflictivos estrangulaba lentamente su corazón.
Sintiendo que su corazón se entumecía, Sylvie se dio cuenta de que tenía lágrimas en sus ojos y estaba perdiendo la compostura.
Al parecer, los criados del señor Avaro podían ver claramente sus ahogados sollozos. Uno de los hombres observándola le habló, aunque no en un tono que indicara algún tipo de simpatía.
—Oye, deja eso. ¿Sabes el problema que se armaría si alguien descubre que le vendimos una chica al gobernador en contra de su voluntad? ¿Y qué tal si el gobernador se molesta? Ni siquiera me puedo imaginar lo que el amo le haría al joven maestro si algo así sucediera —dijo el hombre, apoyándose en el carruaje con una sonrisa despectiva.
Sus palabras dieron a luz a una nueva emoción dentro de Sylvie.
No era algo tan pasional como la ira, sino algo oscuro y espinoso, como un odio sin dirección.
¿Por qué el padre de Gretto la había vendido al gobernador?
No podría ser simplemente por el propósito de separarlos físicamente, ya que echarla de la mansión tal vez podría no haber desanimado a Sylvie o Gretto.
¿Pero qué tal si un hombre de una posición aun más alta que la de la familia Avaro (un gobernador, por ejemplo) fuera a aprovecharse de ella?
Cuando Sylvie se dio cuenta de que se trataba de un plan para separarlos no solo física, sino también psicológicamente, silenciosas ondas de furia perturbaron su corazón. En este punto, ni siquiera podía descubrir un objetivo potencial para su odio.
Ni siquiera hacia ella misma, incapaz de desafiar a su destino, llena de autodesprecio y desesperación, podía dirigir su odio.
—Hey, mira por aquí un segundo —le habló otra voz repentinamente.
«Ya basta. Dejen de romperme el corazón».
—Vamos, mírame.
En medio de sus silenciosos gritos, Sylvie se dio cuenta de que la voz que le estaba hablando no pertenecía a ninguno de los sirvientes de la familia Avaro.
Tal vez era uno de los sirvientes del gobernador, pensó Sylvie, y se dio la vuelta sin siquiera pensar en secarse las lágrimas.
Se encontró mirando a un joven que era un poco mayor que ella.
—Esa cara no te queda nada bien. Vamos, trata de mostrarme una sonrisa.
—¿Perdón…?
Sylvie miró fijamente al hombre sorprendida por su repentina petición.
El joven era de apariencia totalmente anodina; no era guapo ni feo. Pero su sonrisa, incluso ante los intentos de Sylvie de ahogar sus sollozos, hacía que ella se sintiera algo perturbada por él.
En vez de Sylvie, que se quedó congelada en su lugar, uno de los sirvientes de la familia Avaro se dirigió al joven.
—Tú. ¿Estás asociado con esta mansión?
—Supongo que podrías decir eso. También fui llamado aquí hoy por Speran– quiero decir, por el gobernador.
—Perfecto. Lleva a esta criada adentro. Es la nueva sirvienta que empezará a trabajar aquí desde hoy.
—Oh, ya veo. El gobernador ama a las mujeres, así que seguro estará feliz.
Sus crueles palabras, acompañadas por su sonrisa, amilanaron a Sylvie. Los sirvientes Avaro subieron al carruaje con una expresión de alivio.
Y cuando notaron al hombre sonriente abriendo la puerta…
—Te dejamos esto a ti.
…se marcharon en el carruaje.
«Ni siquiera he entrado todavía».
Sorprendida al ver que los sirvientes la dejaban con un completo extraño, Sylvie pensó que esta podría ser su última oportunidad.
«Tal vez puedo engañar a este hombre y escapar de algún modo. Y… y… ¿y luego…?».
Pero al final solamente podía llegar a la misma conclusión. Se dio cuenta de que, sin importar qué oportunidad se presentara ante ella, nunca sería capaz de aprovecharla.
Mientras Sylvie permanecía inmóvil en su lugar, el joven se dirigió a ella.
—¿Qué sucede? ¿No quieres ir adentro?
La pregunta tan directa la dejó estupefacta.
—Oh, yo… amm… Yo…
—Cierto, no me he presentado todavía. Supongo que realmente debe ser sospechoso que alguien como yo esté en la casa de algún noble. No es de extrañara que estés dudando de mí.
—¡N-no, en absoluto!
Interrumpiendo la apresurada negación de Sylvie, el joven se presentó.
—Mi nombre es Elmer. Elmer C. Albatross. Encantado de conocerte.
Su sincera sonrisa obligó a Sylvie a responderle sin siquiera pensarlo.
—M-mi nombre es… Sylvie Lumière —chilló ella. La sonrisa del joven se hizo más grande.
—¡Qué maravilloso nombre tienes! ¿Y ahora qué?
—¿Perdón?
«¿Qué quiere decir con eso?».
Los sollozos de Sylvie se detuvieron momentáneamente ante la extraña pregunta.
—Bueno, primero me gustaría preguntarte por qué te veías tan triste, pero no te preguntaré si no te sientes cómoda respondiendo. De todos modos, creo que al menos podría ser capaz de ayudarte con lo que planeas hacer ahora.
Aunque su mente había estado llena de pena, arrepentimiento y odio hasta hace solo un segundo atrás, esos sentimientos ahora habían sido remplazados por confusión. La sugerencia de Elmer había sido muy repentina y Sylvie no podía entender lo que estaba diciendo.
—Amm… ¿Qué quiere decir eso?
—¿Qué quiere decir qué?
—No, bueno… amm… ¿N-no nos conocemos de antes… o sí?
—Creo que no. Pero eso realmente no importa ahora, ¿o sí? Vamos a empezar con lo básico, entonces. ¿Quieres trabajar en esta mansión o no? —preguntó y esperó a que Sylvie respondiera.
—Yo… no quiero trabajar aquí.
Sylvie se había perdido en busca de respuestas, pero se encontró hablando sus verdaderas intenciones sin siquiera pensarlo.
—¡…Oh! Yo… no quiero decir que no me gusta este mansión. Es solo que hay alguien a quien no podré volver a ver una vez que empiece a traba–
Sylvie se interrumpió.
Aunque sabía bien que mencionar a Gretto no le traería más que problemas, también sabía que su personalidad no le permitiría escapar tan fácilmente de conversaciones inquisitivas como esta. Pero mientras sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas nuevamente, Elmer sonrió y respondió.
—Muy bien. Entonces, vámonos.
—¿Perdón?
El joven la tomó de la mano repentinamente y Sylvie se halló a punto de intentar soltarse.
—¿Quieres ver a esa persona, verdad? ¡No te preocupes! Me inventaré una buena excusa para Speran más tarde, y no le diré a nadie sobre quien sea que vayas a ver.
Elmer miró a su alrededor y de repente llamó a una criada que trabajaba en el jardín delantero.
—¡Disculpa! ¡Hola! ¡Solo quería decirte que tomaré prestada a la nueva criada por un momento!
La criada se volvió hacia Elmer con una risita y le gritó de vuelta.
—Es tan bueno ser joven, ¿verdad? ¡Me aseguraré de decirle al gobernador por ti, así que ve a divertirte!
—¡Gracias!
Agitando su mano hacia la criada, Elmer se volvió nuevamente hacia Sylvie y sonrió.
—¡Problema resuelto! Ahora es mi culpa que salgas de aquí, ¿está bien?
Incapaz de seguir la rápida secuencia de eventos, Sylvie no podía hacer otra cosa más que parpadear rápidamente. La despreocupada firmeza de Elmer y su fuerza le hicieron darse cuenta de que él era un tipo de persona completamente diferente de Gretto.
Se encontró mirándolo con curiosidad, pero en ningún momento llegó tan lejos como para pensar algo como: «Entonces este hombre será mi alma gemela en lugar de Gretto».
Esto era porque, igual que la sonrisa que le había mostrado desde el principio, su firmeza se sentía de algún modo inhumana e inquietante.
—¿Entonces quién es esa persona a la que querías ver? Oh, si no quieres decirme, puedo solo ayudarte a llegar hasta el lugar correcto —dijo Elmer.
Sylvie no se sentía muy inclinada en decirle el nombre de Gretto a un hombre tan extraño, pero tampoco tenía el coraje de pedirle que la dejara sola. Así que decidió llevar las cosas de una manera indirecta.
—Umm… ¿Sabes dónde está la mansión Avaro? Yo trabajaba allí solo hasta el día de ayer…
Sylvie buscó frenéticamente una historia ficticia para terminar su oración, pero…
—¡Oh, la casa de Maiza! Por supuesto que sé dónde está —respondió Elmer claramente.
Sylvie parpadeó sorprendida.
—¡¿Conoces al maestro Maiza?!
Maiza Avaro era el hermano mayor de su amado Gretto. Solo la mención de su nombre fue suficiente para hacer estremecer a Sylvie aun más.
Elmer estaba vestido como un plebeyo común y corriente, pero tal vez era realmente un aristócrata vagando de incógnito, pensó Sylvie.
Pero el misterioso hombre continuó inocentemente, a pesar de su clara sorpresa.
—Supongo que podrías decir que nos conocemos… ¿Eh? ¿Es Maiza la persona a la que quieres ver?
Elmer hablaba de Maiza como si fueran amigos cercanos. Sylvie prácticamente podía sentir un rayo de luz celestial resplandeciendo sobre ella. Desde luego, la inquietud que sentía por la actitud de Elmer no le permitía bajar su guardia ni siquiera por un momento.
—N-no, no es el maestro Maiza, sino… su hermano Gretto —susurró Sylvie, vacilante.
Se puso tensa cuando se vio mencionando a Gretto por su nombre, pero ya no había vuelta atrás. Sylvie endureció su corazón.
—Le debo demasiado a Gretto… Quería expresarle mi agradecimiento y despedirme de él apropiadamente.
«Pero esa no es la verdad. No quiero decirle adiós. No me interesan las despedidas… Solo quiero escapar a algún lugar, junto a él».
Sylvie estaba considerando un curso de acción aun más drástico que Gretto.
«¡No! No me importa escapar o preocuparme por el futuro. Yo… solo quiero volver a verlo. ¡Solo quiero ver a Gretto!».
Aunque no podía expresar en voz alta sus pensamientos, Sylvie mostró sus emociones claramente en su tono.
—Quiero verlo, no importa lo que me cueste. Por favor, aunque sea una sola vez antes de que empiece a trabajar para el gobernador. ¡Te lo ruego!
Elmer repasó el asunto un momento en su mente.
—¿Solo una vez es suficiente para ti?
—¿Perdón?
—¿Eso será suficiente para que estés satisfecha? ¿Para hacerte sonreír? Oh, lo siento. Ya sé que puedes estar pensando: «eso no es asunto tuyo» o «deja de ser tan entrometido». Pero… ¿cómo puedo decir esto? Bueno, es una pregunta importante que va a determinar qué tan motivado estaré.
Sylvie ladeó su cabeza al escuchar la extraña pregunta de Elmer.
—Yo… no creo que pueda saberlo con certeza hasta que vuelva a verlo. Lo siento —Sylvie se disculpó, a pesar de que no tenía nada de qué lamentarse.
—¡Ah! Lo siento. Tienes razón. No lo sabrás hasta que lo hayas visto, ¿verdad? ¡Entonces haré todo lo que sea necesario para asegurarme de que sea el mejor encuentro de la historia! Así que anímate ahora. ¡Sonríe!
Elmer se rió, llevando a Sylvie de la mano. Se detuvo a una cierta distancia de las puertas de la mansión y pensó por un momento mirando hacia la carretera.
—Veamos, ahora. Maiza parece estar ocupado estos días haciendo algo con el director Dalton, así que… ¡Por supuesto! ¡Creo que conozco a alguien que puede entrar y salir de la casa de Maiza!
Elmer corrió jovialmente arrastrando a Sylvie consigo a través de las desconocidas calles.
Había algo bastante cómico en su forma de correr, algo tan fuera de lugar en la ciudad que estaba siendo gobernada por la Casa Dormentaire.
Pero lo más importante para Lotto Valentino en este momento era el hecho de que estos dos se hubieran encontrado.
El momento en que el nombre de su conocido mutuo, Maiza Avaro, fue mencionado, sus engranajes se encontraron y encajaron, girando para dar un nuevo comienzo.
Este fue el primer encuentro entre Elmer C. Albatross y Sylvie Lumière.
Pero fue solo el primero de muchos más encuentros que ocurrieron este día.
Nadie sabía si estos encuentros y reuniones traerían fortuna o desgracia, pero con este momento como punto de partida, Lotto Valentino lentamente empezó a agitarse.
* * *
Interludio: Extracto de los informes de Víctor Talbot
(Primera parte)
[Este informe es una copia de algunas cartas que envié antes.
No sé quién leerá estas notas, pero hay algo que me gustaría dejar claro de antemano.
Después de pulir y revisar mis informes, he simplificado mis observaciones en frases extremadamente sencillas.
Para evitar posibles malentendidos, me gustaría señalar que no soy el tipo de persona que normalmente utiliza un lenguaje tan crudo al elaborar un informe.
Sin embargo, estos informes en particular son una excepción especial, ya que también sirven como cartas personales dirigidas a una persona que me conoce muy bien. Es por eso que están escritas en un estilo tan informal.
En otras palabras, si estos informes son revelados al mundo después de mi muerte, me gustaría aclarar que los puntos de vista expresados en estas cartas son de naturaleza personal, y que no tengo intención alguna de deshonrar a la Casa Dormentaire o difamar a la familia de mi empleador.
Por favor, tener esto en cuenta a medida que se prosigue con la lectura.]
* * *
[Hola. ¿Cómo has estado?
¿No te sientes muy sola porque no te he escrito en tanto tiempo?
Estoy haciendo esto porque no dejas de hacer un escándalo por obtener tus informes, pero el viejo Szilard probablemente te dará todos los pequeños detalles en sus cartas. Así que yo solo escribiré lo que sea que se me venga a la mente, como siempre.
Apuesto a que también estarías más feliz así. Será como si estuviera justo a tu lado. Espero que esta carta te mantenga despierta toda la noche, pensando en mí.
En fin…
Llegamos a Lotto Valentino sin ningún problema, pero con respecto a esa locura que construyeron en el puerto: ese tipo de Strassburg debe ser aun más inteligente y más loco de lo que había escuchado.
Y ustedes los Dormentaire tampoco se quedan atrás, haciendo realidad la construcción de un monstruo como ese.]
(Parte omitida)
[¿Acerca de Lotto Valentino? ¿Qué te puedo decir? Fue más de lo que esperaba, por un lado.
Solo he estado aquí por un día, pero vamos a empezar por los hechos: esta ciudad está jodidamente fuera de sus cabales.
Ese es tanto mi informe como mi opinión personal.
Cuando vi la ciudad por primera vez desde el caballo, casi sentí pena por ella.
Un pequeño grupo de chicos malos, escondiéndose detrás de los impotentes aristócratas, fabricando drogas y oro falsificado, fueron los que terminaron poniendo a la Casa Dormentaire en contra de la ciudad entera.
Cuando lo pensé de esa manera, me sentí mal por todas las personas que perdieron su ciudad por culpa de una pequeña banda de criminales.
Pero después de la puesta de sol, nuestro espía _______________ (Nota del traductor: el nombre del espía no se copió en este duplicado) me contó los detalles. Pensé que iba a enfermarme.
¿Quién lo diría? Los que hacían las drogas eran las mismas personas que vivían aquí.
Al parecer, el tráfico de drogas empezó cuando un aristócrata de nombre Avaro se lo encargó a un alquimista. No sé lo que pasó, pero después de eso, los plebeyos empezaron a producir las drogas.
Todos en la ciudad, desde marineros hasta las abuelitas que vendían verduras, le compraban niños pequeños a los traficantes de esclavos y los obligaban a trabajar en esos espantosos talleres cargados de drogas. ¡Alimentaban a esos niños con las drogas y los ponían a trabajar hasta que perdían la cabeza y morían!
Le pregunté a cuántos niños había matado la ciudad de esa manera. _____________ solo se mordió el labio con una expresión de verdadera amargura. Dijo algo acerca de cómo habría podido salvar a muchos de ellos si hubiera empezado a espiar a la ciudad desde antes. Cuánta dedicación, ¿eh? Si hubiéramos sabido esto desde antes, ustedes habrían tomado control sobre las drogas antes de que cualquiera pudiera incluso parpadear, ¿verdad? Y si me hubieran dejado ese trabajo a mí, jamás habría utilizado niños pequeños. Eso es simplemente enfermo. Apuesto a que el viejo Szilard tal vez lo haría, pero yo le habría sacado esa idea de la cabeza si lo intentara. Probablemente.
Y sobre eso, solo estoy haciendo suposiciones. Tú ya lo sabes, ¿verdad? Estoy completamente en contra de drogas como esa. ¿Qué tiene de divertido drogarse con cosas como el opio y terminar perdiendo la cabeza? Supongo que haría una excepción en casos medicinales, pero aun así.
Ahora que lo pienso, este alquimista al que conocí hoy, Begg, solo trabaja con narcóticos como ese. Creo que él fue el que hizo la primera droga para ese aristócrata. No creo que vayamos a llevarnos bien.
Aunque no podría decirle nada a la cara, sabiendo que es un amigo de ______________.
Pero, oye, ¿sabías esto?
Puede que ______________ ya te haya dicho esto, pero…
Toda esta ciudad entera está llena de villanos. Los aristócratas son los únicos viviendo vidas morales.
Y si esperabas que me volviera loco por mantener la paz o algo por el estilo, estás muy equivocada.
Claro, todas las cosas que le sucedieron a esta ciudad me dejaron con un mal sabor de boca. Y si hubiera sabido acerca de todo esto antes de venir aquí, ni siquiera habría querido venir.
Me dieron ganas de vender a todos esos bastardos de Lotto Valentino a los traficantes de esclavos cuando escuché por primera vez acerca de las cosas asquerosas que ocurrieron.
Así de repugnante era todo.
Enfermizo.
Y no sé si ya sepas esto, pero hay una chica llamada Niki que trabaja como criada para la familia Meyer –allí es donde trabaja ____________– y no vas a creer esto:
Ella solía ser uno de esos niños esclavos.
La jovencita me lo contó todo con una cara seria. No pasó por alto ningún detalle.
Digo, ella se veía tranquila, pero se podría decir que es el tipo de historia que no podrías contar con una cara seria. Ella es aun más joven que yo, pero por Dios. Cuánta fuerza de voluntad tenía.
Pero no me malinterpretes. No voy a serte infiel; tú sigues siendo la mejor. Aunque tú probablemente tengas hombres y mujeres todas las noches en la cama.
Lo siento, me salí del tema.
En realidad, eso fue a propósito.
Todo lo que me dijo Niki era tan repulsivo que simplemente tenía que pensar en algo un poco más alegre.
Así que déjame escribir esto otra vez, para enfatizar:
Cada adulto en Lotto Valentino está podrido hasta la médula.
Pero todos tienen una cierta expresión en sus rostros, como si pensaran que están haciendo todo esto para sobrevivir. Como si no tuvieran ninguna culpa.
Me dan náuseas de solo mirarlos.
Aunque supongo que no puedo decir que todos son culpables. ______________ dice que algunas personas nunca estuvieron involucradas.
Según él, esta señora que dirige la pastelería a la mitad de la colina era demasiado obstinada para unirse a esos bastardos. Así que estoy pensando en ir mañana a conseguir algunas golosinas allí. Dudo que se dañen tan pronto, así que te enviaré algunas después.
Regresando al tema, yo digo que todas las personas aquí son plebeyos anónimos esforzándose demasiado en no pensar que ellos son los villanos. Repugnante.
Y aquí estaba yo, casi esperando encontrar alguna sociedad secreta malvada para desmantelarla y destruirla.
Le conté todo eso al viejo Szilard y solo se rió de mí. ¿Qué tiene de malo que un alquimista tenga unos cuantos sueños?
De todos modos, no estás aquí solo para leer mis diarios de viaje, ¿verdad? Los informes de Carla probablemente se van a superponer con los míos, así que déjame darte un poquito de subjetividad.
Algo interesante sucedió hoy.
Resulta que ha pasado exactamente un año desde que el barco Dormentaire se incendió en el puerto.
Todavía estoy investigando para ver si eso es relevante para cualquiera de las cosas de las que te hablé, así que solo espera el informe de la próxima semana para más información.
Todo lo que puedo contarte hoy es el hecho de que hubo un pequeño incidente.
Me separé de Carla y me encontré con un montón de tipos extraños en el distrito del puerto. Y no me refiero a su color de piel o nacionalidad… Me refiero al tipo de personas que eran.]
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