En una antigua librería en Nueva York. En la tarde.
[Picahielo Thompson Cobra su Quinta Víctima.
El Perpetrador Probablemente Sea un Hombre de Brazos Largos.]
Este era el titular del periódico atascado bajo la cabeza del dueño de la librería, que tomaba una siesta bajo la tranquila tarde de verano.
La librería estaba ubicada en medio de una agrupación de apartamentos antiguos.
Y dentro de ella, el dueño dormía sonoramente sobre su escritorio, con sus gafas todavía posadas sobre el puente de su nariz.
Una gota de saliva se escurrió de sus labios y cayó sobre el periódico.
—Uuuaaaaaaaahhh…
Cuando la puerta de la librería se abrió, el dueño también abrió sus ojos lentamente.
—¿Mm? ¡Oh…!
El anciano sacudió su cabeza para despertarse.
—¿No debería por lo menos tratar de fingir que está listo para los clientes? —preguntó el recién llegado, un chico de menos de quince años, al dueño de la tienda.
—¡Pero si es Mark! Me atrapaste. Honestamente, parece que últimamente no puedo mantener abiertos estos viejos ojos míos… Trato de ser cuidadoso para que no ocurra nada mientras estoy dormido, pero… ¿estás bien?
El dueño de la librería miró a los ojos al chico llamado Mark.
Tenía ojeras debajo de sus ojos y su rostro estaba pálido como el de un muerto. Parecía como si no hubiera dormido en días.
—¿Sucede algo, Mark? —preguntó el dueño de la tienda, en un claro tono de preocupación.
—No, estoy bien… —respondió Mark con una débil sonrisa.
El dueño de la librería no estaba convencido y mantuvo sus ojos fijos sobre Mark, que empezó a revisar las estanterías sin devolverle la mirada.
Era bastante obvio que no estaba en el mejor estado de salud, pero aun así, sus ojos escaneaban los estantes con dedicación.
Notó que revisaba las secciones que contenían libros sobre medicina, leyendas populares y ocultismo, pero el dueño de la tienda no pudo imaginar qué podría estar buscando Mark.
Aunque era una combinación de temas bastante ecléctica para revisar, la decidida búsqueda del chico eventualmente llevó al dueño de la tienda a quitarse las gafas, frotarse los ojos, y dirigirse hacia él.
—Mark… ¿Qué demonios estás buscando, muchacho?
Mark se quedó en silencio por un momento. Una expresión de duda se extendió sobre su rostro.
—Amm… No crea que me estoy volviendo loco, ¿está bien? Piénselo como que… solo me escuchó hablando solo.
—Has estado viniendo por aquí durante diez años, Mark. Si hay algo de lo que quisieras hablarme, soy todo oídos, mi muchacho. Y para ser honesto, cualquiera diría que has perdido toda tu energía desde lo que pasó aquella vez. Solo me preguntaba si podía hacer algo para ayudar —El dueño sonrió amablemente.
Mark pareció incluso más incómodo mientras continuaba con vacilación.
—De acuerdo… Entonces solo pretenda que escuchó esto de casualidad mientras yo pasaba, ¿está bien?
—Por supuesto.
—Supongamos que alguien fuera lastimado tan mal como para morir… ¿cree que sería posible que esa persona volviera a la vida justo frente a sus ojos?
El viejo palideció levemente, y no porque estuviera preocupado por la cordura de Mark o porque sospechara que estuviera mintiendo. De hecho, parecía más estar asustado que cualquier otra cosa.
—¿Qu-qué s-sucede? ¡Mark! ¿Acaso viste algo?
—¿Qué…?
—Oh… Mmm… Escucha atentamente, Mark. ¡Incluso si ves algo ligeramente fuera de lo ordinario en el vecindario, debes olvidar que viste cualquier cosa! ¿Lo entiendes? ¡No debes decirle a nadie!
Mark se sorprendió un poco por la manera en que el dueño de la librería levantó la voz, pero se dio cuenta de que el viejo no estaba enojado con él. En realidad, estaba preocupado por su seguridad y eso fue lo que más lo inquietó.
—¿De qué está hablando? ¡Usted sabe algo, ¿verdad?!
—¡N-no! ¡Yo no vi nada, Mark! Si dijera una palabra acerca de esto en las calles, me encerrarían en un manicomio. Y aun así, ¡preferiría eso que ser asesinado, mi muchacho!
Después de repetirle varias veces que debía olvidarlo, finalmente convenció a Mark de salir de la librería con las manos vacías, no más cerca de la verdad que cuando había empezado.
«Olvidarlo todo, ¿eh?».
Mientras recordaba el consejo del viejo, cerró sus ojos.
«¡Por supuesto que me gustaría olvidarlo todo!», pensó para sí mismo y abrió sus ojos.
—Hola.
El hombre al que debería haber estado tratando de olvidar estaba parado justo frente a él.
—Así que te llamas Mark, ¿eh? Lo siento, no es que estuviera espiando ni nada por el estilo. Es solo que el tendero estaba hablando muy alto.
—…
En frente de Mark había una sonrisa. El tipo de sonrisa fuerte y amable que se aseguraba a sí misma que no existía desgracia en el mundo.
Al ver la sonrisa indulgente del hombre, el chico tuvo la sensación de que ese hombre le ofrecería la redención incluso al demonio.
—¡…!
Mark se dio la vuelta y salió corriendo, aterrorizado.
* * *
En un callejón, en algún lugar de Nueva York.
—Déjame contarte una triste historia…
Un joven dejó caer su mirada sobre sus pies, parado bajo la sombra mientras disfrutaba de una brisa refrescante.
Estaba casi desagradablemente soleado este día en Nueva York. La humedad de la lluvia del día anterior se evaporaba con la luz del sol, dejando una caótica atmósfera caliente y húmeda a la vez.
Un grupo de jóvenes estaban reunidos en un callejón a una poca distancia de Broadway, intentando evitar el calor.
Sin embargo, el joven en ropa de trabajo que estaba en el centro del grupo —Graham Specter— empezó a recitar una serie de palabras que bien podría convertir la fresca sombra sobre ellos en una deprimente oscuridad.
—¿Por qué estamos aquí? Es cierto. Estamos aquí por el calor. ¿Y adónde corrimos para evitar el desafío de la arrogante luz del sol? Sí. Aquí. Vinimos a la sombra.
—…Claro.
Los otros delincuentes solo estaban escuchando a medias, apoyándose perezosamente contra los muros o tratando de desviar el calor de sus cabezas hacia las frías paredes de piedra. Solo uno de ellos respondía diligentemente a las divagaciones de su líder.
El joven conocido con el apodo de «Shaft» era el único subordinado que podía hacerle frente a los siempre inconsistentes estados de ánimo de Graham.
—En otras palabras… ¡Corrimos escapando del sol! Qué triste… ¡Esto es una tragedia! ¡El sol no tiene intención alguna de desafiarnos! Después de todo, ¡no somos más que polvo espacial comparado con esa gran masa de fuego! ¡No creo que el sol sea tan mezquino como para despreciar a las partículas de polvo que ruedan sobre la Tierra! ¡Pero! ¡Es cierto, aun así! ¡Corrimos! ¿De qué? Sí, ¡corrimos del sol! ¡De algo que no tiene malas intenciones contra nosotros! ¡Incluso aunque ni siquiera podemos vivir sin su existencia!
—Nadie está diciendo que podamos, jefe.
—¡Maldición! ¡¿Quién se creen que son los humanos?! El sol podría convertirse en nuestro enemigo o nuestro aliado, y ni siquiera nos daríamos cuenta. ¡Si se pusiera solo un poquito más caliente de lo que está, la humanidad quedaría en ruinas! ¡Lo mismo si se pusiera más frío! Al final, solo somos los juguetes plebeyos del sol. En otras palabras, ¡el sol es la mente maestra que controla a la raza humana! Qué terriblemente trágico… La mente maestra nos muestra su cara cada día, pero no podemos hacer una maldita cosa al respecto. ¡¿Qué se supone que debo hacer con esta destructiva aflicción?!
—¿Qué tal desatarla contra tu propio cerebro, jefe?
Ninguno sabría decir si el sudor que corrió por el rostro de Shaft en ese momento era inducido por el calor o por el miedo.
—…
—Sinceramente, jefe. ¿Qué se supone que hagamos si vas por ahí derrumbándote aun peor de lo normal solo porque está haciendo un poco más de calor de lo usual? Todos estamos atrapados tratando de escapar del calor, así que ¿por qué no nos rendimos ante el sol y nos tumbamos sobre el suelo por un rato o algo?
—…
—Espera, jefe… Qué estás haciendo con esa llave-
Graham levantó su arma favorita, la gigante llave inglesa, y sonrió de una manera que recordaba bastante a una estatua de Buda del oriente.
—Déjame contarte una historia provechosa. Sí, una historia provechosa.
—Ah, jefe.
—¿Cómo refrescarse uno mismo? ¿Qué te parece derramar toda la sangre de alguien para quitarle todo el calor al cuerpo?
—Ah, ¿jefe Graham? ¿Jefe? Eso no va a…
Escuchando o no lo que decía Shaft, Graham agarró a su subordinado por el cuello y lo inmovilizó contra la pared con su mano libre.
—¡Ack! ¡Jefe! ¡Por favor! ¡Piensa en tu reputación!
—Y aquí hay algo que podría hacerte sentir mejor. Hablando desde la experiencia propia…
El brazo de Graham con la llave se detuvo en el aire como un juguete de cuerda que ha funcionado hasta su límite.
—Por lo que sé, los cadáveres siempre están fríos.
—¡Por supuesto que los cadáveres están fríos si su temperatura corporal es más baja que la temperatura de la habitación!
Mientras Shaft mantenía un sorprendente grado de racionalidad incluso en su estado de pánico, Graham destelló una sonrisa angelical.
—Lo sé.
Inmediatamente borró la sonrisa de su rostro, reemplazándola con una mirada de puro hielo.
—¿Y qué con eso?
—¡Espera! ¡Por favor, no lo hagas, por favor, nooooooooooo!
Con el grito de Shaft como una señal, el brazo derecho de Graham se balanceó hacia abajo como un mecanismo de resorte.
Se escuchó un profundo y fuerte golpe seco mientras la oxidada llave inglesa cubierta de sangre se estrellaba contra su objetivo.
—Aaaaaaaaaaaah… ah… ack…
Shaft se sacudió, mientras sus ojos se giraban hacia atrás.
Graham retiró su llave de la pared junto a la cabeza de Shaft, y sonrió agradablemente.
—¿Ya te sientes un poco más fresco?
Aunque sus subordinados habían estallado en sudor frío ante la visión que desafiaba a la lógica, para ellos no era algo para sorprenderse; solo parte de su vida diaria.
Ignorando a Shaft, cuyas piernas seguían temblando mientras permanecía perdido semi-inconsciente, Graham extendió su brazo con la llave paralelamente al suelo y empezó a girar sobre sus talones bajo la sombra.
Y aunque estaba tan emocional como antes, la naturaleza de sus sentimientos había dado una vuelta de ciento ochenta grados.
—¡Déjame contarte una historia divertida! ¡Te la contaré incluso si tratas de detenerme! ¡Incluso si tengo que obligarte a escucharla! A partir de este momento, ¡todo se llenará de diversión! ¡Oh, no, estoy empezando a sentir la emoción! ¡Esto debe ser exactamente lo que siente el jefe Ladd cuando sale a matar personas!
Girando su llave una y otra vez en su mano, Graham giraba a su vez sobre su propio eje, haciendo que fuera extremadamente difícil acercarse a él, forzando a sus subordinados a dar un paso atrás, tanto física como psicológicamente.
—¡Eso es! ¡El jefe Ladd! No es un chiste. ¡Incluso después de perder un brazo y ser capturado por los policías, nos salva a todos del aburrimiento! ¡¿Qué dicen a eso?!
—Preferiría estar perdido en aburrimiento, jefe —recuperándose de su estado de incapacidad, Shaft frunció ante el tornado armado de Graham—. Él es la razón por la que piensan que nosotros somos Picahielo Thompson.
—¡Así es! ¡Es precisamente eso de lo que quería hablar!
Al ver los ojos medio abiertos de su jefe, Shaft suspiró derrotado.
—¿Y por qué demonios era necesario que mis ojos rodaran hasta la parte trasera de mi cabeza para que llegaras a esa conclusión, jefe?
—Cosechas lo que siembras. Es tu culpa por quejarte conmigo. Así es… ¡tú eres el culpable, Shaft! ¡O tal vez yo! ¡Esta violenta personalidad mía! ¡El sol no tiene nada que ver!
—¡¿Otra vez con el sol?!
—El sol simplemente está ahí. No exuda ni buena voluntad ni malas intenciones. ¡No tiene un corazón que valga la pena mencionar! ¡Y aun así, su mera presencia nos lo da todo y a veces nos atormenta! ¡Esto es increíble! ¡No es de extrañar que en tantos países lo adoren como un dios! Esta es una historia divertida… ¡La luz del sol es esencialmente el puño enojado de Dios! Y nos hemos propuesto derrotarlo, cuando nuestro viaje apenas está empezando… ¡¿No es así?!
—¿Cómo se supone que lo sepa? —Shaft suspiró otra vez y trató de llevar la conversación de vuelta el tema—. Escuchaste lo que el reportero dijo anoche, ¿verdad, jefe? Intentemos no llamar mucho la atención mientras capturan a ese loco.
* * *
La noche anterior, en cierto bar clandestino.
—¿Qu-qué quiere decir con que estamos bajo sospecha?
El reportero llamado Carl Digness, habiendo contactado con la pandilla de Graham bajo el pretexto de una entrevista de noticias, les entregó información que instantáneamente haría que un borracho se pusiera sobrio.
«La policía cree que ustedes están detrás de los asesinatos de Picahielo Thompson».
La extravagante declaración del reportero llevó a Shaft a repetir su pregunta, sorprendido.
La pandilla de Graham había estado esperando que el reportero los entrevistara para un artículo sobre la delincuencia y cosas similares. La repentina revelación de Carl los dejó desconcertados.
Graham, por su parte, giraba su llave luciendo bastante entretenido ante esa posibilidad.
El reportero del Daily Days lo miró por un momento y continuó, en un tono lo suficientemente bajo para que solo ellos pudieran escucharlo.
—Graham Specter. Un desmantelador que solía trabajar para una fábrica de automóviles en Chicago. Enamorado de tu práctica desde muy temprana edad, hasta ahora has desmantelado más de tres mil autos con tu amada llave inglesa. Y ahora te has trasladado a Nueva York, liderando una pequeña pandilla de jóvenes delincuentes. Supongo que con eso sería suficiente para tu biografía.
Mientras Carl soltaba información sobre Graham, los delincuentes lo miraban con sospecha. Graham, por su parte, solo continuaba haciendo girar su llave, pareciendo como si estuviera a punto de morir de felicidad.
—Ja… Esto es increíble. ¿Quién diría que sería tan conveniente ser capaz de saltarse las presentaciones personales?
Sin embargo…
—¿Conoces a un hombre llamado Ladd Russo?
—…
Un golpe.
Un sonido relativamente fuerte acentuó el momento en el que la llave de Graham se detuvo a medio giro.
—Un hombre con el que ustedes… o, más específicamente, su líder Graham, estaba asociado cuando estaba en Chicago.
—«Asociado» no es la palabra exacta. Simplemente fui cautivado por el magnífico poder del jefe Ladd.
—¿Y qué hay de los rumores acerca de que él es el mejor sicario de la Familia Russo?
—Los rumores no serán más que eso. Simples rumores.
Graham se hundió en su asiento, puso sus manos y su llave sobre su regazo y sonrió.
—El jefe Ladd no es un simple sicario. Él es un asesino. No cometas el error de pensar que es tan bajo como para matar personas por dinero. El jefe Ladd asesina por placer. Es lo peor de lo peor.
—Se acabó… El jefe Graham enloqueció completamente.
Shaft enterró su rostro en sus manos. Graham solo lo ignoró y continuó sin miedo.
—El jefe Ladd es fuerte. No importa si eres un asesino o un héroe, mientras tengas fuerza, ya estás dentro de una clase diferente. Y en este mundo, existen patéticos pedazos de escoria que adoran ese poder, ¡incluso si el que lo tiene es un lunático asesino! ¿Y quién es ese pedazo de escoria? ¡Yo mismo! …Esto se está poniendo divertido. ¿Realmente he sido lo más bajo de lo bajo? Lo más bajo… Esto es genial. Significa que el único camino al que puedo ir es arriba, ¡y ya que no hay nada más bajo que yo, nunca tendré miedo de ser sobrepasado! ¡No me es posible caer más bajo! ¡¿En qué está pensando Dios, dándome tanta diversión de golpe?!
—Tal vez está pensando en abandonarte ya que está en eso.
Ignorando a Shaft, Graham empezó a girar su llave nuevamente. Luego se detuvo repentinamente, haciéndole una pregunta al reportero con una mirada seria.
—Dejando de lado los rumores, ¿por qué la policía sospecha de nosotros?
—Inicialmente sospecharon que el culpable mantenía algún tipo de venganza personal contra las víctimas. Lo cual es comprensible, considerando que ninguna persona en su sano juicio iría tan lejos con los cadáveres a menos que tuvieran una razón.
—Mmm.
—Pero después del segundo y el tercer asesinato, la policía descubrió que no había nada que conectara a las víctimas. Se les ocurrió la hipótesis de que los asesinatos eran aleatorios y también cometidos por más de una persona. En otras palabras, delincuentes como ustedes, que no tienen coartadas y tienen cierto grado de libertad, están arriba en su lista de sospechosos.
Carl tomó un sorbo de té.
—Y si eso fuera todo, ustedes solo serían un elemento en la lista, pero la cuarta víctima fue un caso un poco especial.
—¿Un caso especial? Por lo que he leído en los periódicos, solo era un hombre que rentaba almacenes.
—En la superficie, sí. Después de todo, el gobierno está haciendo todo lo posible para fingir que el crimen organizado no existe en estas calles.
Graham mostró una sonrisa irónica ante la franca declaración de Carl.
—En otras palabras, esa cuarta víctima de la que estás hablando pertenecía a la mafia, ¿estoy en lo cierto?
—A la Familia Gandor, para ser precisos.
—…
—Estoy seguro de que han escuchado de ellos antes.
Al escuchar el nombre, los delincuentes se miraron unos a otros. Graham se rió y sacudió su cabeza.
—…No es un nombre que disfrutaría escuchar en este momento. No, espera. Algo respecto a esto se está volviendo divertido.
—¿Cómo puede ser divertido algo de esto? —se quejó Shaft.
El reportero continuó.
—Es cierto. Por lo que he escuchado, su pandilla ha tenido problemas con los Gandor en su territorio unas cuantas veces ya. La cuarta víctima era bastante nueva en la organización, pero esa conexión es la razón por la que los policías tienen un ojo sobre ustedes en este momento.
—¡Imposible! —exclamó Shaft, con los ojos bien abiertos—. Eso es… ¡se están aprovechando! ¿Solo por culpa de uno de esos bastardos?
—La primera víctima, el dueño del bar clandestino, recientemente había mudado su negocio al territorio de los Gandor. La segunda, el agente de bienes raíces, había empezado a negociar con los Gandor hacía poco tiempo. Algo acerca de comprar un terreno. La tercera, el policía, había sido asignado para patrullar el territorio de los Gandor. Quién sabe. Podría haber habido sobornos involucrados con él de parte de los Gandor.
Mientras la lista de posibilidades se extendía, Shaft se ponía cada vez más y más pálido. Sus compañeros delincuentes mantuvieron su atención fija en el reportero, con evidente preocupación en sus rasgos.
—Al principio sospecharon de los Runorata por el desastre que causaron hace medio año, y de los Martillo, que casi iniciaron una guerra contra los Gandor en el pasado. Pero ninguno de ellos tendría la necesidad de asesinar gente a puñaladas, ni siquiera como amenaza. Los Runorata habrían salido y utilizado verdaderos subfusiles Thompson. Los Martillo se especializan en batallas rápidas, por lo que habrían ido primero tras los capos.
—Estás siendo perfectamente sensato —Graham sonrió atrozmente, empezando a girar su llave nuevamente. Era como si tuviera sus propias respuestas y estuviera muriendo por compararlas con las del otro.
Al notar el brillo infantil en la mirada de Graham, Carl dio un pequeño respiro y se rió amargamente.
—Y es por eso que la policía volteó su mirada hacia personas que no están completamente en su sano juicio. Por supuesto, no tienen ninguna evidencia en ese frente, así que no pueden hacer ningún arresto todavía. De cualquier modo, Ladd Russo, ese lunático homicida. De acuerdo con el Buró de Investigación, tiene a un amigo al que trata como un hermano, el cual está tan loco como él. En otras palabras: tú.
Hubo silencio.
Una gran quietud se apoderó de la mesa. La conversación de las otras mesas ahora era claramente audible para los impactados delincuentes.
—…Entonces déjame preguntarte algo.
Los lacayos de Graham estaban bastante sorprendidos. No era muy normal escuchar un tono de voz tan pesado proviniendo de Graham.
—¿Qué razón podrías tener para decirnos todo esto?
Pasó un momento.
El reportero, habiendo descubierto las intenciones de Graham en ese breve momento, tomó un sorbo de té y habló.
—Porque sé que ustedes no son los responsables de esto.
—¿Oh? ¿Y qué te hace tan seguro de eso?
—La red de información del Daily Days es infalible, en lo que a mí respecta. Eres problemático, Graham Specter, pero sé que no debo acusarte de asesinato.
—Pero eso sigue dejando de lado la factible posibilidad de que el brazo izquierdo del jefe Ladd repentinamente decidiera regresar de la tumba para poseerme, ¿no es así? —dijo Graham, inclinándose provocativamente hacia Carl y tocándole la punta de la nariz con su llave.
Asomándose por debajo de sus flequillos, los ojos de Graham revelaron un destello inusual. No sería descabellado creer que realmente estaba preparado para matar.
Pero Carl soltó una risa irónica mientras se recostaba y pedía que le rellenaran su taza de té.
—Disculpen. Soy bastante quisquilloso en lo que respecta al té, pero el de este bar tiene algo más. No consigues hojas tan buenas en casi ningún bar clandestino.
—Eso debe ser porque hicimos un gran alboroto aquí antes. Gracias a eso, todo aquí excepto el alcohol es de primera calidad.
—Entonces supongo que debería agradecerte por eso… Ah, y lo que dije antes, sobre no sospechar de ustedes…
Carl se inclinó hacia adelante y apartó la llave de Graham de su camino. Su manera de hablar se mantuvo intacta, pero el tono de su voz descendió un nivel.
—Es porque creo que sé quién lo hizo.
* * *
Al día siguiente, en el callejón.
—Me pregunto de quién estaría hablando ese tipo cuando dijo que sabía quién lo había hecho —Shaft se encogió de hombros, recordando lo que había escuchado la noche anterior.
Graham, aún dando vueltas en su lugar, respondió con entusiasmo.
—¡No tengo la menor idea! No es como si no le hubiera preguntado, ¡cuando salió con eso de que «eso es territorio del traficante de información»! Qué divertido… sí, un hombre divertido e interesante. ¡A este paso, nuestra única opción será bombardear la oficina del Daily Days y robarles toda la información!
—¿Qué harías con toda esa información?
A pesar de su sorpresa, Shaft en ningún momento olvidó responderle a su jefe. Graham seguía girando su cuerpo y sus ojos.
—…Toma las carreras de caballos, por ejemplo. ¡Podríamos descubrir el número del caballo ganador para la próxima carrera! ¡Maldición! ¡Si supiéramos eso, podríamos hacernos asquerosamente ricos! Pero primero necesitaré algo de capital inicial. ¡Shaft! ¿Cuánto dinero traes?
—Creo que por lo menos tengo lo suficiente para llevarte con un doctor, jefe. El doctor Fred probablemente te aceptaría por un bajo precio.
—Por supuesto… un doctor. Los doctores son buenos. Son desmanteladores profesionales del cuerpo humano. Pero dejando ese asunto de lado, mis ojos me están dando vueltas. ¿Podría ser que estoy cogiendo un resfriado?
Mientras Graham continuaba girando en su puesto, Shaft se llevó una palma sobre su rostro.
—Agh… Este tipo no tiene remedio.
Cuando Graham se tumbó sobre el suelo, después de su largo episodio de giros, los jóvenes bajo su mando se sentaron alrededor de él bajo la sombra, disfrutando de la brisa.
Su líder, acostado en medio de la inusual escena, no vaciló en expresar su insatisfacción.
—Déjenme contarles una triste, triste historia. Normalmente sería capaz de girar tres mil veces y no soltar una gota de sudor, pero ¿por qué el giro número dos mil trescientos diecisiete me ha debilitado tanto esta vez?
—Tal vez porque eres un cabeza hueca, jefe —bromeó Shaft débilmente. Graham ni siquiera tuvo fuerzas para contraatacar.
—Agh… ¡pensar que he sido despojado de la fuerza necesaria para hacer algo tan trivial como desmantelar el cráneo de Shaft! ¡No debería haber esperado menos del sol! ¡El calor! La despiadada bola de fuego encima de nuestras cabezas continúa atormentándonos, incluso aunque no tiene consciencia…
—Ocupado como siempre, ¿eh, jefe?
—Oh, eso es todo… Mi energía se está agotando. Nuestro viaje apenas está empezando, pero todos nos estrellamos y morimos antes de poder llegar al país de Nunca Jamás. En pocas palabras, así es como me siento. Maldito seas, sol… ni siquiera el más odioso de mis ataques podría llegar a hacerte una abolladura, sin mencionar que destruirte me traería una gran cantidad de problemas nuevos… ¡Al diablo contigo, sol! ¡Alardeando de tu poder absoluto sobre nosotros, como nuestros ancestros que devastaron este continente con sus incontables armas! ¡Espera! ¿Podría ser esta la maldición de los Aztecas y los Incas? ¡Maldito seas, Cortés! ¡Mil maldiciones caigan sobre ti, Pizarro! ¡Gracias a ustedes, Quetzalcoatl está viniendo…! ¡Está viniendo!
—Eres bastante inteligente cuando se trata de cosas raras.
Ignorando la repentina vociferación de su líder acerca de una antigua deidad de una civilización perdida, los jóvenes empezaron a discutir la información que habían recibido del reportero la noche anterior.
—Entonces esa quinta víctima que salió hoy en el periódico… ¿creen que también esté vinculada con los Gandor?
—No sé. De todos modos, el sujeto dijo que tenía una corazonada acerca del culpable, ¿cierto?
—Pero aun así no podía hacer nada para detenerlo.
—Y al final, lo único que nos preguntó fue sobre lo que hacíamos antes y qué tipo de cosas hacemos a diario.
—Argh… Quetzalcoatl… se está acercando…
—Ahora que lo pienso, ¿no se suponía que habría otro reportero entrevistándonos por algo parecido, Shaft?
—Ya que lo mencionas, dijeron algo acerca de realizar la entrevista pronto. Este otro periódico es mucho más grande que el Daily Days, así que esperaba que vinieran pronto y nos pagaran más que anoche.
—Por otra parte, ¿quién querría leer algo acerca de nosotros?
—Es todo un caos allá afuera.
—Viracocha… ¡La inundación de Viracocha…!
—No comprendo al jefe Graham.
—Está hablando de Con-Tici Viracocha. Un dios adorado por los Incas.
—…Tú no te quedas atrás, Shaft.
—Hablando de cosas que no conozco, no hemos vuelto a ver a ese bastardo de Dallas en casi dos años.
—¿Tal vez se echó a perder?
—Él y sus compinches nunca se encontraron con el jefe Graham, ¿eh?
—Si lo hubiera hecho, se habría echado a perder desde mucho antes, tenlo por seguro.
—Oh… Tezcatlipoca… Tezcatlipoca exige un sacrificio…
—Ahora que lo pienso, ¿sabías que hay un capo en la Familia Martillo que tiene cara de niña?
—Oh, sí, he escuchado de él. Escuché que si le dices eso a la cara, te golpeará hasta hacerte papilla, te arrancará la manzana de Adán, te cortará las pelotas y te dirá: «¿Quién es la niña ahora?».
—Qué miedo.
—Ah… Amaterasu Ö-Mikami… Amaterasu Ö-Mikami se está escondiendo…
—Parece que el jefe Graham se ha vuelto loco.
—Siempre ha sido así.
—No… No mires a Izanami a la cara… Están viniendo… ¡Las Yomotsu-shikome están viniendo…!
—¿Qué está diciendo, Shaft?
—Tengo que preguntarme cómo es que es tan erudito en cosas tan inútiles.
Los delincuentes mataban el tiempo en ese perezoso verano a través de su charla ociosa. Lo único que esperaban era que las cosas siguieran así hasta la puesta de sol.
Y mientras permanecían sentados, resignados al clima, un repentino intruso irrumpió en su cálida tarde sin ninguna advertencia previa.
—¡Agh! ¡L-lo siento! ¡Apártate del camino!
Un niño repentinamente saltó en su camino, intentando pasar a través de Shaft y los otros para llegar al otro lado del callejón.
—Oye, niño.
Antes de que Shaft pudiera detenerlo, el chico siguió corriendo de largo.
—¡GAH!
Y mientras corría, pasó pisando el plexo solar de Graham con todo su peso, mientras Graham yacía boca abajo en el suelo. Fue solo algunos pasos más adelante que el chico se dio cuenta de que había hecho algo terrible.
—¡Ah! Oh… ah… ¡Lo siento…! ¡De verdad lo siento, pero tengo prisa! ¡Disculpa por eso!
Con una apresurada serie de disculpas, el chico se dio vuelta y desapareció en el otro lado del callejón en un abrir y cerrar de ojos.
Mientras los delincuentes miraban boquiabiertos, Graham rodaba frente a ellos gimiendo de dolor.
—¡…! ¡Argh…! ¡Gah! ¡Me dio! ¡Maldición! ¿Qué es esto? ¡¿Qué me acaba de pasar?! ¡Agh! ¡¿Es así como se siente ser apuñalado por la lanza del Destino de Odín?!
—No hagas tanto escándalo, jefe. Y la lanza del Destino ni siquiera es de Odín.
Como siempre, Graham ignoró la corrección de Shaft. Se puso de pie, tosiendo ferozmente.
—Ahora lo recuerdo… ¡Fui pisoteado brutalmente por ese mocoso! Maldición… ¡No puedo expresar otra cosa que no sea enojo! ¡Estoy siendo superado positivamente por la ira! Es una historia triste o una divertida, me pregunto. ¡Oh, el suspenso me está matando, Shaft! ¡Dime! ¿Quién es el culpable?
Shaft casi responde a la desquiciada pregunta de Graham diciendo: «El tipo que estaba tumbado en medio del callejón», pero decidió responder de una manera que con suerte le evitaría ser a él mismo el próximo en terminar tumbado sobre el piso casi de la misma forma.
—Quienquiera que haya criado a ese mocoso para ser un vándalo grosero, diría yo.
—Sí… ¡Tienes absolutamente toda la razón! Eso es exactamente lo que quería decir… ¿Quién le enseñó a comportarse de tal modo que pueda pisotear peatones inocentes sin siquiera ofrecer una sola palabra de disculpa? ¡Maldición! Ahora me estoy sintiendo triste. ¡¿Ha caído nuestro país al punto en el que está produciendo niños que pisotean a otros?! ¡¿Es esta una de las maldiciones de los antiguos?!
—Por lo menos aún estás lleno de energía, jefe.
Mientras Graham continuaba acusando civilizaciones antiguas de crímenes de los cuales no eran culpables, sus compañeros delincuentes suspiraron de alivio al ver que no estaba lastimado.
En contraste con la actitud de sus compañeros, Graham empezó a agitar su llave por todos lados, destrozando su entorno poco a poco.
A este ritmo, parecía que en cualquier momento podría correr a la calle y desmantelar el primer auto que pasara junto a él. Sus amigos estaban empezando a ponerse nerviosos.
Fue en ese preciso momento que otro extraño apareció en su camino.
—Hola. ¿Podrían ayudarme con algo?
Los delincuentes giraron sus cabezas al unísono. Había un hombre parado en la entrada del callejón.
Parecía ser un poco mayor que los ellos. Vestido en un atuendo bastante pulcro, no parecía ser un oficinista (por supuesto, ningún oficinista normal estaría en un callejón a esta hora del día). Pero no parecía ser un hombre desempleado, ni un oficial de policía, nadie con una profesión en la que ellos pudieran pensar.
Otra cosa extraña sobre él era que había una sonrisa plasmada sobre su rostro, incluso mientras miraba directamente a Graham y su grupo de amigos decididamente anormales.
El hombre miró alrededor del callejón, sin borrar la sonrisa de su rostro, y se encogió de hombros.
—¿De casualidad vieron a un chico unos cinco años menor que ustedes pasando por aquí?
Justo cuando terminó de hacer su pregunta, encontró su cuello atrapado en el agarre de una llave inglesa.
—Déjame contarte… una historia triste, pero divertida.
Con un sospechoso alarde del aire que emanaba a su alrededor, Graham Specter lentamente sacudió su cabeza.
—No tengo idea de por qué, pero una cosa es segura, y es el hecho de que estás persiguiendo a ese mocoso. En otras palabras, el hecho de que el mocoso estuviera tan apurado, el hecho de que me pisoteó en su apuro, y el hecho de que nos estamos muriendo de calor debe atribuirse todo a nadie más que a ti. ¡Es por eso que declaro esta una historia triste pero divertida! Tú… ¡Tú eres el responsable de esto!
* * *
La antigua librería, al anochecer.
Una vez que el ardiente sol se hubo puesto sobre Nueva York, un tipo diferente de luz iluminaba las calles. La oscuridad de la noche envolvía a la ciudad, mientras luces eléctricas venían una a una como en un intento de resistencia.
Manhattan había empezado su transición hacia la noche.
Sin embargo, las cosas eran mucho menos animadas que de costumbre. Tal vez por las historias de los homicidios, la gente ya no frecuentaba los callejones como solía hacerlo, prefiriendo apegarse a las calles más grandes.
—…Parece que es hora de cerrar la tienda por hoy.
El dueño de la librería suspiró, preparándose para entrar los estantes que se exhibían afuera.
Pero en el momento en que dio un paso fuera, alguien apareció repentinamente frente a sus ojos.
—¡Agh!
El hombre gritó sin querer, pero se dio cuenta de que la figura era mucho más pequeña de lo que había pensado inicialmente. Al ajustarse las gafas, notó que estaba mirando a un rostro familiar.
—Hola.
—Oh, eres tú, Mark. Por Dios, me diste un buen susto. Con los rumores de Picahielo Thompson y todo eso…
En contraste con la aliviada risa del dueño, Mark permanecía desconsoladamente sombrío.
—¿Qué sucede, mi muchacho?
—Dígame más sobre ese asunto de antes.
—…Te dije que lo olvidaras, Mark.
El dueño de la librería suspiró incómodamente. Pero Mark no estaba dispuesto a abandonar el asunto; la determinación era clara en sus ojos.
—Por favor. Incluso si trato de olvidarlo… ¡él sigue viniendo tras de mí!
—¿Qué? ¿De qué se trata todo esto, hijo? —preguntó el dueño, sorprendido.
Mark se quedó en silencio por un momento. Solo después de tomarse un tiempo para escoger cuidadosamente sus palabras volvió a hablar.
—Yo… vi a una persona morir… pero luego la vi regresar a la vida. Y ahora no deja de seguirme a todas partes… Me las arreglé para perderlo, pero… probablemente aún me esté buscando…
—…
El dueño de la librería escuchó en silencio, mientras una extraña mezcla de emociones corrían por su mente.
Mark sabía que afirmar haber visto algo tan increíble como una resurrección no era algo que debía hacer a la ligera. Pero por la reacción que había mostrado el dueño de la librería antes ese día, había concluido que no tenía a nadie más a quién acudir. Mark tuvo que contarle al viejo lo que había visto.
Por supuesto, había omitido la parte más importante: su intento de suicidio.
El dueño de la librería se quedó en silencio durante un momento.
—Mmm…
Luego miró hacia cada lado, asegurándose de que no hubiera nadie más en el callejón, y le habló a Mark.
—Por aquí, Mark. Mejor continuamos esto adentro.
Mark entró a la tienda. El viejo lo llevó a una esquina del establecimiento, tomando asiento detrás de un mostrador. Solo después de echar un vistazo más alrededor de su tienda sintió que era seguro hablar.
—Bueno… Supongo que no tengo más opción. Mark, no debes decirle a nadie que te dije esto. ¿Lo entiendes?
—E-está bien.
—Verás… Hace medio año, yo también vi a alguien regresar a la vida frente a mis ojos.
—¿Qué? —dijo Mark, quedándose sin aliento.
El viejo miró obsesivamente sus alrededores y continuó en un susurro.
—Aunque es en parte porque nadie me creería que no dije nada, es también porque alguien me mantiene callado. No me dejarían vivir ni siquiera si bromeara sobre ello estando borracho. Es un rostro que conozco muy bien…
—¿Es alguien que conoce?
Mark estaba cada vez más confundido. El viejo se quitó las gafas, masajeándose el puente de la nariz.
—Él es… un mafioso local. Uno de los que está a cargo de esta área.
—¿Un… mafioso?
—Y no importa si es un monstruo o un vampiro o un humano… un niño como tú nunca debería relacionarse con gente como ellos.
—–
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revelan sus hipótesis al mundo