Epílogo B
Los registros de Jean-Pierre Accardo
[Este es el fin.
¿Qué sucedió después con Huey y Mónica? Eso no es de mi incumbencia, y sería algo insensible revelar la continuación de su historia.
Lo más importante es el hecho de que había cometido muchos pecados.
Debido a que caí ante mi propio deseo de gloria y escribí estas obras basado en información incompleta, terminé siendo parcialmente la causa de la creación de los Fabricantes de Máscaras.
También terminé consolidando las obstinadas creencias de la Casa Dormentaire y de Lotto Valentino. No sería exagerado decir que el siguiente año fue una batalla interminable entre los dos poderes, pero este no es el lugar para esos recuerdos.
Sin embargo, al final de todo, cometí un pecado más.
Con un renovado sentido de mí mismo, modifiqué la obra una última vez.
Fue exhibida en el teatro de Lotto Valentino a pesar de las poderosas protestas de la Casa Dormentaire.
Le hice un cambio a la última escena.
Al final, el personaje inspirado en Mónica creó una organización llamada los Fabricantes de Máscaras.
Pero ella fue apuñalada por el hijo de la bruja y quemada hasta la muerte junto con el barco. El joven había temido que ella revelara los secretos de su magia al mundo.
Esta fue la historia del final corregido.
Cualquiera que conociera a Huey Laforet entendería que él había sido representado por el hijo de la bruja.
Al escribir esta obra, engañé al mundo haciéndole creer que Mónica había muerto.
Agregué mentiras intencionalmente a mi historia para engañar al mundo.
Este fue mi último pecado y mi propia forma de arrepentimiento.
Pero esta verdad no debe ser conocida todavía, al menos no hasta mi propia muerte. El mundo debe creer que Mónica fue asesinada por Huey, si es que quiere vivir una nueva vida en alguna tierra muy lejana.
Es por eso que quisiera hacerte una petición, a ti que has terminado de leer mis palabras.
No te estoy pidiendo que reveles la verdad al mundo. Estaría agradecido si pudieras borrar el asesinato del nombre de Huey Laforet, pero no te pediré esto específicamente. Después de todo, es dudoso incluso que su nombre aún permanezca en tu época.
Pero pido que tú, por lo menos, conozcas esta verdad.
Me he tomado demasiado tiempo, así que terminaré esta carta aquí.
Para ti, que has logrado leer hasta el final de mis egoístas confesiones: eres libre de olvidarte de mí, pero hay algo que te pido que recuerdes.
Mónica Campanella encontró la salvación en Huey Laforet.
Por favor, nunca olvides esta verdad.
Tienes mi más profunda gratitud.
—Jean-Pierre Accardo.]
* * *
Tras haber terminado de leer todas sus confesiones, el muchacho lentamente colocó el lote de pergaminos de nuevo sobre su escritorio.
No tenía manera de saber si las confesiones eran reales o no.
No le importaban los poderes de inmortalidad que habían sido descritos antes en el libro. Eso no le importaba a él.
El muchacho, tras haber echado un vistazo a los pensamientos de su antepasado, estaba verdaderamente conmovido. Entendió que el carácter noble de su ancestro había sido heredado por él mismo.
¿Cómo iba a reaccionar a estas cartas?
¿Cómo cambiaría esto su corazón?
Aún no sabía la respuesta, pero el joven decidió ofrecer una oración.
Muchas cosas en Lotto Valentino debieron haber cambiado desde entonces, pero el joven levantó la vista hacia el inmutable sol que brillaba intensamente sobre el cielo. Cerró sus ojos y rezó en silencio.
Quería creer que, por lo menos, Mónica y Huey pudieron vivir el resto de sus vidas en paz.
Rezó a través del sol, hacia el pasado distante, esperando que sus deseos fueran concedidos.
Sin embargo, el sol no prometió nada. Solo brilló silenciosamente sobre Lotto Valentino como siempre lo había hecho.
Desde el pasado distante hasta el futuro lejano, continuó brillando por siempre y para siempre.
[El fin]
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