La mira silenciosamente a los ojos mientras contempla en su mente la mejor manera de confesarle que ya no quiere estar más con ella, que solo ha estado con ella por conveniencia social, que ni siquiera le agrada su personalidad, que no tienen nada en común y que no soporta seguir a su lado. Toma un sorbo de su taza de café y sonríe una sonrisa falsa.
Ella también sonríe falsamente. Ha pasado el último año de su vida junto a él, pero tampoco lo ama de verdad. No, ella está enamorada de alguien más.
—¿Qué tal está el latte?
—Está perfecto.
«Perfecto», dice. Como si él supiera algo sobre la perfección. La ha tenido tanto tiempo frente a sus ojos y aún no es capaz de apreciarla como debería.
—Querida, hay algo he querido decirte desde hace ya un buen tiempo —Al fin. Todo un año viviendo una mentira tan grande debe tenerlo completamente exhausto. Si no se confiesa ahora, seguro enloquecerá del todo.
—¿Qué es? Estás asustándome. Hacía mucho tiempo que no me traías a un sitio como éste —pobre ella, pregunta ya conociendo las respuestas. Su corazón no merece ser lastimado por él, a pesar de que nunca realmente se lo entregó.
—Los últimos meses a tu lado han sido verdaderamente maravillosos —dice mientras acaricia suavemente su mano. Si tan solo hubiera estado con ella cuando realmente lo necesitaba, esos meses habrían podido ser de verdad maravillosos.
Ella no dice nada. Sabe que pronto será libre y podrá estar con quien verdaderamente ama.
—Cada día junto a ti ha sido la mejor parte de mi vida —¿Podrías ir directo al grano, amigo?—, y es por eso que tengo que decirte; Lenore…
Ella se encuentra al borde de las lágrimas. Jamás había imaginado llegar a ser tan feliz. Él continúa su confesión mientras saca un objeto del bolsillo de su chaqueta.
—Lenore, ¿quisieras casarte conmigo?
No.
—¡Sí!
No. Él la ha traído a este lugar para confesarle que está agotado de la pobre actuación de relación que han venido teniendo, para decirle que no la ama y ni siquiera le agrada su forma de ser.
—¡Te amo!
Ella no lo ama, nunca lo amó. Su corazón siempre perteneció a alguien más, alguien que sí ha estado con ella hasta en los peores momentos.
—¡Y yo a ti! ¡Te amo, te amo mucho!
Se abrazan y lloran. Sus lágrimas reflejan el sufrimiento de sus almas. El dolor de imaginar su existencia juntos por un segundo más. Lloran y se abrazan. Lloran y sonríen. Se odian y se abrazan. Se abrazan y sonríen. Sonríen porque-
—Señor, disculpe. Si no va a ordenar nada, debe retirarse.
Me retiro.